top of page

De nostalgias y amores imposibles

Fue un castigo tenerlo en frente sin poder expresarle todo lo que no se dice con palabras, eso fue peor que cualquier soledad.


street corner

“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla” Gabriel García Márquez


Cuando pensaba que era un olvido más, de los tantos que componen el archivo de mis dolores pasados, apareció su imagen mientras tomaba el café, tan nítida y tan sólida que la vi real, remota pero real y pensé que era producto de melancolías que a veces amanecen alborotadas, esas que me recuerdan que a pesar de ser una mujer fuerte, no soy de palo.


Y si, en la vida no se puede tener todo y algunas circunstancias son el recordatorio perenne de aquello que no está destinado a cuajar. No me culpo pues hace algunos años, mi terquedad se confundía peligrosamente con la expectativa. Solo cuando me vi sin fuerzas y sin rumbo, fue cuando mi cabeza dura entendió que no valía la pena seguir esperando por alguien que jamás iba a llegar, porque el susodicho tenía el corazón amarrado a otro querer, o por el contrario su corazón era tan libre que no se lo quiso dar a nadie.


Fue un castigo tenerlo en frente sin poder expresarle todo lo que no se dice con palabras, eso fue peor que cualquier soledad. Empecé a extrañar todas aquellas cosas que no tendría de él, esos labios que no mordí, su cabello castaño que empezada a llenarse de canas, su respiración entrecortada, el gato amarillo de cara asustada y esas largas conversaciones en su balcón mientras bebíamos el cóctel de vodka con jugo de lulo. Todo esto sucedió en un instante producto de mi imaginación desbordada y luego desapareció, así que el verbo amar se volvió una vaina putamente dolorosa cuando no encontró con quien conjugarse.


Me vi obligada a poner mis sentimientos en silencio, porque en vibrador se notaba mucho la dolencia. Utilicé mis noches de insomnio para aprender el antiquísimo arte de llorar para adentro y practiqué frente al espejo la mejor sonrisa de dientes para afuera, debo confesar que quedó tan bien elaborada que varias veces llegué a creer que era cierta y que otra vez era feliz.


Creí verlo en el lugarcito que yo frecuentaba los jueves y para evitar cualquier tentación que pudiera alborotar las mariposas dormidas, decidí renunciar a mi lectura semanal con expreso y torta de chocolate sin azúcar, pues tuve miedo de mi voluntad de puta y de sus razones sin razón, para encontrar una excusa pendeja que me acercara de nuevo al culpable de mis desdichas. No quería empañar el aura de mi sitio favorito con la sospecha de una aparición incómoda, ya me estaba acostumbrando a vivir sin él y de forma sutil lo estaba sacando de mi vida, así que no podía arriesgarme a encontrarlo de frente, sin tener las fuerzas suficientes para decirle que no a sus pueriles encantos.



Ahora mi amor propio es robusto y no me hago esta clase de preguntas necias, sin embargo en ese tiempo me inquietaba saber si me faltó mucho o poco para ser la mujer de sus realidades, o si lo conocí en un momento equivocado, o si tal vez el pertenecía a esa clase de hombres que coleccionaban amores por deporte. Una amiga me decía que tenía mirada de confundido, de tirar la piedra y esconder la mano, que era experto en poner ojos de cachorrito asustado, su desconcierto despertaba ternuras inusitadas y su debilidad era su mayor fortaleza, pues cuando tomaba los alientos de la fémina que lo acogía, se sentía nuevamente animoso como huracán, llevándose por delante todo lo que encontrara a su paso.


Luego pasaron los años, vinieron nuevas emociones y sujetos alegres, que a pesar de sus finales, tuve la dicha de sentirlos míos y nunca más volví a caer en el agujero negro del abandono, ese que se abre cuando se quiere y no se es correspondida. Entonces lo olvidé, hasta el punto de confundirlo con algún personaje incomprensible de una película o de un libro que alguna vez leí y que el dolor de perderlo sin haberlo tenido, fue parte de la ficción ajena pero no de la vida mía.


Solo cuando el café me supo amargo, lo sentí volver, como una ráfaga de viento fuerte que golpeó mi nostalgia, inspirándome a escribir los tweets más melancólicos que pudiera expresar y que enviaban a mi habitual sarcasmo de vacaciones. Quise saber que fue de su vida, si el destino lo había enderezado, si alguna vez el karma se le volteó y si también tuvo el infortunio de amar a quien no lo había amado.


Valeria DeBotas

www.instagram.com/valeriadebotas/

https://twitter.com/ValeriaDeBotas





Valeria cuadrado.jpg

Hola, ¡gracias por leerme!

Si deseas conversar conmigo o sugerir más temas para el blog, escríbeme en mi cuenta de Instagram

Recibe todas
las entradas.

¡Gracias por tu mensaje!

  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
  • Spotify
  • Spotify
bottom of page