La oportunidad de volver a empezar
Lo primero es analizar el panorama actual con la mayor objetividad posible pero sin darse duro, echar un vistazo a esos aspectos en los que estamos en deuda con nosotras mismas...

Publicado el 30 de diciembre de 2017
Cuando el año está a punto de acabarse empiezan las nostalgias y los cuestionamientos de lo que se pudo ser mejor, y si eres una persona exigente contigo misma, entonces te darás palo e insistirás que se pudo haber hecho más. Por ejemplo, yo podría quedarme varias horas enumerando las cosas que no me gustaron o que no cuajaron de estos doce meses, pero sería una pérdida de tiempo, lo que pasó, pasó y ya no se puede cambiar. Sería bastante terco de mi parte si no me levanto y trato de sacar las lecciones aprendidas de este año.
Por otra parte, en esta época muchas personas se contagian del espíritu decembrino, y se dopan con natilla, tamales, buñuelos, regalos, shopping y alcohol, hasta el punto de olvidar lo malo y ver todo con lentes color rosa. Y no digo que estén equivocadas, pues tener una mente enfocada a lo positivo está bien y debería ser una constante no solo en este mes sino en cualquier fecha, sin embargo es importante sacar un tiempo para pensar con claridad, para ser realistas y examinar lo sucedido en el año, y de acuerdo al balance que la vida arroje, proyectar los cambios para el año siguiente, de lo contrario en enero de vuelta a la cotidianidad volverán las quejas y se repetirá el ciclo.
Lo primero es analizar el panorama actual con la mayor objetividad posible pero sin darse duro, echar un vistazo a esos aspectos en los que estamos en deuda con nosotras mismas, luego determinar los propósitos y cuáles serán las tareas concretas que nos pueden llevar a cumplirlos y de paso renovar esa área que tenemos descuidada.
También hay que dar gracias por lo que no fue, por las puertas cerradas, por los NO rotundos, por las peladas de cobre, por las estrelladas, por las malas decisiones, porque todo eso ayuda a crecer, aunque en momentos de gran malparidez existencial no se vea tan claro y no se entienda la razón de tales sucesos, lo cierto es que si llegamos a este punto del camino es por algo y para algo. Cuando se tiene un momento difícil hay dos opciones: revolcarse en la aflicción, o levantarse y seguir para adelante. Aquí el problema no es que te caigas, el problema es que te quede gustando el piso.
Cada comienzo de año, es la oportunidad de empezar de cero, de recoger las enseñanzas, de sacarle el jugo a la vida, de extractar la sabiduría, de reciclar lo bueno y de poner en práctica esa experiencia que se adquiere con cada circunstancia, pues si no se aprende nada de lo vivido, es probable que se corra el riesgo de repetir las historias y errores, y quizás nos seguiremos topando con determinado tipo de personajes, o peor aún, nos convertiremos ese tipo de personajes que tanto criticamos.
Por mi parte, yo decido mejorar la técnica, cambiar el plan más no las metas. Yo decido quererme más y creer que puedo lograr todo lo que me propongo. Yo decido quejarme menos, me reto a disfrutar más y a cambiar esas situaciones de las que reniego. Yo decido sentirme afortunada en vez de enfocarme en lo que creo que me hace falta. Yo decido aprender a leer las señales que me da el universo para saber si conviene o no tomar un camino.
Aunque suene gastado, siempre hay forma de reinventarse, de mandar al carajo lo que estorba. De nacer otra vez en un mismo cuerpo pero con diferente actitud. Siempre se puede volver a empezar.
Valeria DeBotas
www.instagram.com/valeriadebotas/
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