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Lo que la soltería me enseñó

Luego de una crisis decidí estar sola por un buen período de tiempo, lo hice de manera consciente y voluntaria...

Publicado en septiembre de 2019


La soltería es una decisión y también una consecuencia. Para algunas féminas es libertad, para otras un escudo, una muralla, un refugio, para otras un estigma. Habrá quienes la miren como una excusa o un escape, habrá quienes le teman porque la consideran un castigo para aquellas demasiado jodidas e independientes. En mi caso fue redentora, esclarecedora y oportuna.


Lo cierto es que la soltería femenina posee sus complejidades pues está de por medio la presión social, el tic tac del reloj biológico, los comentarios malintencionados y las novelas románticas con final feliz, y el final feliz se traduce en conseguir un tipo.


No importa cuántos títulos tengas, ni los países que hayas visitado, pues al llegar a casa de tus tías, la única etiqueta válida será la de soltera con más de treinta años sin asomo de marido o hijos. Una mujer sobrante, una media naranja a la que le falta su mitad.


Confieso que hace algunos años no podía estar sin pareja, no tanto porque me importara el que dirán, sino porque me gustaba sentirme querida por alguien, como si fuera una forma de reconocerme a través de lo que ese otro pensaba de mí. La verdad es que me daba miedo estar sola y enfrentarme a ciertos asuntos pendientes por resolver y sanar.


Luego de una crisis decidí estar sola por un buen período de tiempo, lo hice de manera consciente y voluntaria porque necesitaba sentirme bien conmigo misma, para esto debí tomar distancia.


Y esto fue lo que aprendí en mi proceso de abrir mis ojos, mente y corazón:


· Mi vida es rica y tiene muchas aristas, así que las relaciones afectivas no son lo único ni lo primordial. La clave es la búsqueda del bienestar y el balance entre los diferentes aspectos que hacen parte de mí.


· En ese momento no tenía muy claro lo que quería a nivel afectivo, pero si estaba muy segura acerca de las situaciones y personas que no deseaba repetir.


· No todas queremos lo mismo. Hay quienes anhelan la maternidad, otras quieren viajar, otras montar su empresa, otras casarse, otras tener una guardería de perros, y otras quieren todas las anteriores. Ninguna opción es mejor que la otra, simplemente hay muchos caminos por transitar.


· Comprendí la diferencia entre autoestima y egocentrismo. Construí una mejor versión de mí, empecé a chequear mi amor propio y me propuse mantenerlo en niveles sanos.


· De loca de los gatos pasé a convertirme en Gatúbela, redescubrí mi poder erótico y me convertí en la dueña de mi placer.


· Aprendí a ser valiente y puse en práctica la autoafirmación pues tuve mi cara bien puesta ante los chismorreos jartos en reuniones familiares y de oficina.


· El mundo no es un cuento de hadas y la historia de mi vida la escribo yo. A veces seré villana, guerrera, o princesa, ¡Seré lo que quiero ser!.


· Comprendí que habrá días malos en los que estaré con una malparidez terrible, más la tormenta pasará y luego me sentiré mejor.


· Empecé a practicar el agradecimiento y a valorar lo que tengo, lo cual es más sensato que enfocarme en la queja y en los deseos no realizados.


· Por estar preocupada por controlar mi vida había dejado de disfrutar. Solté un poco y empecé a gozar más.


· Decidí apreciar mi autenticidad, no tengo porque fingir algo que no soy para agradar. Si me van querer, que sea con mi luz y mi sombra.


· La soledad es diferente a desolación. No tiene nada de malo estar soltera y también es muy valioso el amor de la familia, amistades y redes de apoyo.


· Entendí la importancia de sacar tiempo para mí, desde buscar momentos profundos de reflexión hasta dedicarme al ocio.


· No está mal desear una relación sentimental, y si quiero compañía entonces debo generar las condiciones, ampliar mi círculo social, identificar bloqueos, mostrar un lenguaje corporal abierto, viajar más, tener nuevos hobbies y hacer cosas distintas para lograr resultados distintos.


· Aprendí que la tranquilidad no es exclusiva de la soltería, ya que se puede tener una relación de pareja bonita y sana. Y que la felicidad no es exclusiva de quienes tienen pareja, pues hay matrimonios infelices y solteras plenas. No se trata del estado civil, sino de tu actitud, conjunto de creencias y decisiones.


· Amor no es lo mismo que matrimonio, son dos palabras independientes que en algunos casos van juntas y en otras toman caminos separados, ya que puedes amar y no casarte, o casarte sin amor.


Aunque todo esto se vea muy bonito en el papel, la verdad es que fue un proceso largo y medio doloroso, porque yo era bastante terca y mis lecciones fueron a punta de tropezones. Todavía sigo en el proceso, solo que cada vez es más divertido y menos frustrante. Al final la soltería será lo que cada persona quiere que sea, y es tan única como el rostro de quien la experimenta.


Las féminas contemporáneas tenemos mayor libertad y contamos con muchas opciones que nuestras predecesoras no tuvieron. Ahora con todo y críticas, podemos decidir qué hacer con nuestra vida. En el pasado las mujeres tenían que ser lo que su familia, sociedad, iglesia, o marido quisieran, por eso cuando aparecieron las primeras solteras por decisión fue visto como un acto de rebeldía y al parecer hoy en día sigue siéndolo.


Valeria DeBotas

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