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Sobre el miedo al compromiso

Detrás de los temores hay circunstancias sin sanar, que llevan a las personas a cerrarse emocionalmente con el fin de protegerse de volver a sufrir.

Publicado en noviembre de 2017


Hay situaciones para las que no se tiene una respuesta única, primero porque no hay una verdad absoluta al respecto y segundo porque las alternativas son muchas, pues cada persona carga sobre sus hombros, todo un universo de pensamientos, experiencias y creencias que las llevan a actuar de una forma u otra, sin embargo, las relaciones afectivas no son tan íntimas e irrepetibles como pudiéramos creer, ya que están influenciadas por las transformaciones sociales, culturales y hasta tecnológicas que al final permean la manera de vincularnos con los demás. En conclusión hay un poco de todo, y cada quien de cierta forma tiene sus razones y una versión de la historia que hace parte de las tantas aristas del amor contemporáneo.


Dicen que instituciones como el matrimonio van camino hacia la extinción porque las épocas son otras. Hay gente que defiende el contexto presente porque ofrece más libertad, otras en cambio prefieren el pasado porque las vainas eran más sólidas. Y si, el amor romántico ha cambiado y no es igual que hace 50 años, pero también es cierto que cada quien habla del tema, de acuerdo a como le ha ido en el baile.


Encontramos personas que están en la etapa de experimentar su soltería, de trabajar su individualidad y que optan por relaciones esporádicas e informales, sin embargo se abren a lo que pueda suceder; y esto es muy diferente a aquellas que se cierran o se resisten a profundizar sus lazos con otras ¿y por qué lo hacen? Pues hay toda una variedad de razones particulares o sociales, y en la mayoría de los casos se mezclan dos, tres o más factores. Aquí voy a mencionarles unos cuantos que pueden estar detrás del famoso miedo al compromiso.



Miedo a perder el control: Hay mujeres y hombres rígidos que sienten pánico a dejarse llevar por los sentimientos, que le gusta disfrutar de buena compañía PERO en un ambiente controlado y bajo ciertas condiciones, para no perder el timón sobre sus emociones.


Miedo a sufrir: Está relacionado con ese terror que abrigan algunas personas de salir heridas, ya sea porque tienen baja tolerancia a la frustración, traumas de infancia o adolescencia, o porque en relaciones anteriores no les fue bien, y otras porque no han comprendido que el amor romántico es como todo en esta vida, ensayo y error.


Miedo a perder la libertad: Creen que al comprometerse están dejando entrar a los celos y a la manipulación, que si ceden terreno se verán forzados a modificar muchas de sus conductas actuales, que perderán sus espacios propios, que se verán menos con sus amigos, y que hasta tendrán que cambiar su forma de comer y de vestir.


Miedo al cambio: La persona está en una zona confort y se concibe muy bien allí, así que al dar un paso más allá, puede representar que se activen alarmas que le advierten que va a entrar a territorio desconocido, que quizás sea buena idea huir porque va a sacrificar la tranquilidad que tanto le ha costado.


Miedo a pasar del enamoramiento al amor maduro: La pasión inicial, la aparente perfección de la actual conquista, así como la gran cantidad de dopamina que se genera al enamorarse, es similar a estar bajo el influjo de una droga, pero cuando la relación avanza, las cosas se normalizan y empiezan las rutinas propias del amor maduro, hay gente que decide huir para buscar nuevos affaires con el ánimo de volver a experimentar esa emoción de lo nuevo.


Miedo a estar con la persona equivocada: Cuando alguien no está completamente seguro de sus sentimientos hacia su pareja actual, quizás se pregunte de manera recurrente acerca de lo que está perdiendo por estar en dicha relación, y no tendrá el excedente necesario para arriesgarse a construir un amor bonito con él/ella.


Miedo a no estar a la altura de la relación: La propia inseguridad lleva a esta persona a creer que no dará la talla en una relación formal, se siente rota por dentro y que no se merece el cariño que su contraparte le profesa, que es mejor irse antes de llegar a lastimarla más.


Inmadurez: Son los eternos adolescentes que opinan que demostrar afecto es sinónimo de debilidad, y utilizan frases como “Oye no te vayas a enamorar de mi” “Mira que yo te lo advertí” sumando sus limitaciones afectivas y las creencias erradas que la misma sociedad actual refuerza, no alcanzan a comprender que la informalidad en una relación, no exime el buen trato y los acuerdos claros, pues somos seres humanos, no mercancías.


Sociedad más individualista: Un gran número de hombres y mujeres posponen o evitan la vida en pareja pues desean invertir su tiempo, esfuerzo y recursos, en actividades de crecimiento personal como el estudio, viajes y hobbies, pero cuando se llega a los extremos, sucede que tanta individualidad puede desencadenar en egoísmo y torpeza para relacionarse de forma asertiva con los demás.


Hay más opciones: Hace unas décadas los caminos eran, el noviazgo, el matrimonio y enviudar… FIN. Ahora la soltería no es cosa de beatas, sino un estilo de vida, aparecieron los divorcios exprés y existe un predominio del amor libre que incluye muchas conexiones ligeras como fuckbuddies, amigovios, sexpartners, entre otros.


Simplemente no te quiere: Si a la otra persona no le gustas tanto, será obvio que dentro de sus planes no esté construir una relación formal…contigo. Y como dice un meme que circula en Internet: “existe el teléfono, el whatsapp, el Facebook y el email, así que no hay excusas para perderse o para dejar en visto a alguien”… a menos que simplemente no le intereses lo suficiente.


Momento inadecuado: Alguien que acaba de salir de una relación larga y que todavía está procesando la tusa, no será un prospecto ideal hasta que tenga su cabeza y sus sentimientos en orden, puesto que sus circunstancias actuales no son las mejores y tendrá como prioridad reestablecer su vida y sanar su corazón, antes de meterse de lleno en un compromiso.


En algún momento nos habremos topado con una persona, o personas que son un cóctel explosivo, cuya receta incluye varios de los ingredientes anteriores, y que corren ante cualquier intento de concretar una relación. Y ojo, el miedo es una emoción natural que le ha servido al ser humano para sobrevivir desde los tiempos de las cavernas, pero hay otro tipo de temores considerados irracionales y sin fundamento que impiden un desarrollo pleno en varios aspectos de la vida.


Y así el panorama actual de las relaciones románticas no se vean tan brillante como alguna gente quisiera, todavía existen valientes que no sienten pánico de expresar sus afectos y que son capaces de arrojarse al amor, por eso no podemos generalizar o lanzar una sentencia como si todo el mundo estuviera con la coraza puesta; hay que aprender a diferenciar a las personas que eligieron la soltería pero que están abiertas a una relación, a las que están en la etapa de picar aquí y de picar allá, y las que en definitiva no quieren ataduras, ni hoy, ni mañana, ni nunca.


Y un amor bonito, no se trata solo de contar con la suerte de toparse con otro ser de ideales semejantes, también implica construir y que los cimientos estén llenos de respeto, cierto nivel de autoestima, madurez, paciencia, y sobre todo aprender a dejar fluir las situaciones, porque ningún tipo de relación, ya sea formal o informal funcionará bien, si existe presión de alguna de las partes, así cualquiera tendrá miedo a comprometerse.


Valeria DeBotas

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