Tinderizarse o no, esa es la cuestión
Podrán pensarse muchas cosas de Tinder, que es superficial, que es peligroso o que nunca encontraremos el amor de la vida ahí. Mi consejo, igual que en el mundo real, es ser cuidadoso y siempre confiar en nuestros instintos.

Publicado en junio de 2017
En esta era, en la que compartimos nuestros más íntimos secretos al mundo a través de redes sociales y hasta el sexo es virtual, la búsqueda de una pareja no podía ser la excepción. Hay que reconocer que Tinder nos ha dado una mano para ampliar nuestro círculo social, y no me refiero precisamente a conocer allí a esos amigos del alma. Siendo honestos, después de los 30`s se limita bastante nuestro círculo de amistades. Resulta que todos nuestros amigos de un momento a otro se han casado y tienen hijos. Como mínimo tienen novio, pero encontrar un soltero en el grupo es extraño. Entre más crecemos, las únicas fiestas a las que nos invitan son los bautizos y piñatas de los hijos de nuestros amigos, en donde por supuesto, los únicos solteros son menores de 10 años.
Estoy convencida de que las solteras debemos esforzarnos un poco para conocer gente y salir con otras personas, en el trabajo, en el gimnasio, en el bus, en la fila del banco, en el supermercado. Al fin y al cabo no sabemos dónde encontraremos al indicado. Pero una cosa sí es cierta, Tinder nos ha facilitado bastante la vida. Sólo necesitamos un filtro de edad y ubicación deseados, y con un simple Like podemos escoger quién nos gusta físicamente y si la corta descripción de su perfil nos llama la atención. Funciona en cualquier parte del mundo si estamos de viaje, lo cual es maravilloso porque tal vez nuestro prospecto no esté en estas tierras. Y lo mejor, sólo hay match si nos gustamos mutuamente, lo cual nos ahorra tiempo y dolores de cabeza.
Algunos podrán decir que es una manera muy superficial de encontrar una pareja, que lo más importante es lo que tenemos por dentro, que la belleza se acaba y que estamos rechazando hombres que pueden ser muy buenos así no sean muy agraciaditos. Pero digámonos la verdad, lo mínimo es que la otra persona nos atraiga físicamente. Si no empezamos por ahí, lo demás es más complicado. Acaso a quién no le gusta estar con alguien que al verlo le den mariposas en el estómago y le mueva el piso. Pero como entre gustos no hay disgustos, en Tinder hay para todos los gustos. Ahí encontramos literalmente de todo.

El descarado al que no le importa su estado civil ni su compromiso. No saben cuántos novios y esposos he visto por ahí, y asumo que no están exactamente ampliando su red de contactos. Está el que quiere tapar el sol con un dedo, que te dice que nunca utiliza esa aplicación, que por casualidad vio tu mensaje pero que por favor hablen por WhatsApp que es más fácil. Otro de los más comunes es el mudo, ese que cuando hacen match y lo saludas, no dice nada. Pasan los meses y los años y nunca habla. Tú te preguntas qué pudo haber pasado si sólo dijiste “hola”. O qué me dicen del sin rodeos. Ese que escasamente te saluda por decencia y sus siguientes palabras en toda la conversación tienen que ver con sexo y con lo maravillosamente linda y sexy que le pareces. También está el monosílabo; ¿para qué entablar una conversación si sus únicas respuestas son monosílabas, y sus preguntas tienen máximo 3 palabras? o en su defecto responde cada dos días para luego, sin otro monosílabo más, convertirse en un mudo de la lista de matches. Otro extraño ejemplar es el ilusionista, con el que comienzas a tener una conversación que a veces resulta hasta interesante, pero que un día por arte de magia desaparece. Me he topado hasta con el entusado, que decide hacerles caso a sus amigos y pasar la tusa a punta de Tinder.
Pero también está la otra cara de la moneda. Encontramos al interesante, a quien realmente le importa conocerte y saber un poco más de ti. Probablemente con él saldrás a tomarte un café. Y finalmente, el menos común pero aún real, es el encantador. Ese personaje que nunca esperarías conocer en Tinder y que resulta tener algo maravilloso para ofrecerte, porque la vida misma se encarga de mostrarnos que vivimos en medio de falsos prejuicios pre-concebidos.
Podrán pensarse muchas cosas de Tinder, que es superficial, que es peligroso o que nunca encontraremos el amor de la vida ahí. Mi consejo, igual que en el mundo real, es ser cuidadoso y siempre confiar en nuestros instintos. Si algo nos dice que no está bien, seguramente no está bien. Conocerse en lugares públicos y siempre echarle una mirada previa a Facebook para saber un poco más del personaje. Para mí Tinder es simplemente una más de las tantas herramienta tecnológicas que nos hacen más fáciles las cosas y nos abren al mundo.
En Tinder hay de todo, y aunque el 80% de las conversaciones no pasan del mundo virtual, si dejamos de lado los falsos prejuicios podemos llegar a conocer personas maravillosas. Todos los seres humanos nos enseñan algo, así que hay que tomárselo con calma, no tomarse nada personal ni tampoco imaginarse vestidas de blanco en un altar antes de tiempo. Simplemente hay que salir, divertirse y aprender de los demás.
Mónica Corredor Sánchez - @monicorredors
Mónica fue una de las ganadoras para ser bloguera invitada en Solteras DeBotas. Ella es una viajera empedernida, apasionada por explorar el mundo y escribir. Amante de la libertad, el vino, el chocolate, los animales, el baile y Pilates. Sólo una mujer ordinaria buscando ser extraordinaria.