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Una ruptura amorosa no es un fracaso


Con el mito romántico de ‘Y vivieron felices para siempre’, se nos ha vendido la idea de las relaciones eternas como representación del amor verdadero, cuando lo cierto es que en la vida todo es cíclico, existe un comienzo, un desarrollo y un final, esto incluye también a lo afectivo.


Una relación larga no necesariamente significa que haya sido importante, porque hay encuentros cortos que también pueden ser significativos. Más que la duración lo que importa es cuan sana fue. Las presiones de la sociedad también pesan, las uniones se ven con alegría y como un triunfo, en cambio las rupturas o divorcios se nos venden como una derrota, por esta razón algunas personas continúan en relaciones en las que sufren un montón porque no quieren sentirse fracasadas en el plano afectivo. Así que además de estar experimentando el proceso del duelo, se encuentran con sentimientos de frustración e incapacidad debido a que no pudieron mantener el vínculo.


Esto se percibe con mayor fuerza cuando el lazo afectivo se visionaba hacia el futuro o era relación más formal, en la que se tenían planes y se invirtió tiempo y energía. Compartir un capítulo de nuestra vida con alguien que era especial y cercano, pero que ya no hace parte de nuestro camino, nos genera una sensación de inestabilidad y de pérdida, como si temblara la tierra y todo aquello que se alcanzó a construir se derrumbara.


Puede ser lógico sentir muchas cosas al terminar el vínculo, por todas las emociones que surgen sobre todo en la primera parte de la tusa, sin embargo, hay que tener cuidado con las creencias que se alimentan, por ejemplo: cuando pensamos que no valemos lo suficiente y que por eso la relación se terminó, que todo nos sale mal, que es nuestra culpa, entre otras ideas que pueden afectar la autoestima. Se consciente de esto.


En la medida en que se miren las relaciones desde una perspectiva más realista, el dolor será menor, porque lo eterno y lo mágico son utopías, y el cambio es lo único constante que tenemos. No se puede pretender que las relaciones afectivas sean inmunes a las leyes de la naturaleza y la realidad.

Si nuestro aspecto físico, nuestro trabajo, o nuestra manera de pensar pueden cambiar, lo lógico es que nuestros sentimientos y planes también se transformen, no somos seres estáticos, el mundo está en movimiento.


En la medida en que aceptemos las situaciones, ya sea que nos guste o no lo que estamos viviendo, la desazón y el cansancio emocional disminuirán porque dejamos de pelear contra la circunstancia que se tiene en frente. El Buda decía que lo que duele no es el cambio sino nuestra resistencia a este.

Podemos dejar de querer a alguien y también pueden dejar de querernos, nuestras metas pueden ir en contravía de lo que la otra persona desea y viceversa. Se puede acabar la pasión, la paciencia, podemos empezar a ver a la persona más desde sus defectos que desde aquello que nos enamoró. Se puede acabar la relación, pero no se acaba la vida, pues quedan los recuerdos y la sabiduría adquirida.


Fracaso es quedarse en una relación que ya no te hace feliz y que hace rato dejó de ser sana. Si hay aprendizaje de una ruptura, entonces jamás será un fracaso… será un cierre de ciclo.


Escucha el episodio en mi podcast Mujeres DeBotas disponible en iVoox y Spotify


Valeria DeBotas

www.instagram.com/valeriadebotas/

https://twitter.com/ValeriaDeBotas

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