top of page

Yo, Saranaji: antecedente de un deseo

En esa edad donde todo florece, donde todo es primavera, yo ya estaba en el otoño, dejando caer capas de dolor en mi cuerpo. La vivencia de la sexualidad estaba siendo una vez más castigada.

I

Los inicios de un deseo


Escribo esta carta desde aquí, con tiempo de estar sola y sintiendo. No sé si va dirigida a Kiran – Rayo de Luz, no sé si va dirigida a mi universo interno o a ese cosmos que habito, solo sé que quiero dejar plasmada esta historia.


Siempre he sido una mujer de familia, de familia unida. He disfrutado desde chiquita mis tiempos familiares, nunca concebí una vida diferente a una gran familia que se relaciona de forma sana. Tal vez por eso me incito a desatar palabras atadas en mis celdas interiores, esas celdas donde guardo todo lo que callo... La familia y la posibilidad de perderla de la forma como está concebida es lo que más me duele y sacar a la luz esta historia para mí misma y tal vez para Kiran es un acto de amor.


Desde chiquita tuve una atracción especial por los niños, me he relacionado con hombres maravillosos toda mi vida y he sido profundamente valorada por ellos. Tuve una infancia linda, de juego, fantasía, amigas y amigos. La vida fluida bonito, alegre y siempre con esperanza. Crecí como una niña amada, contemplada y valorada, no tengo sino gratitud con mis padres con Papá y Mamá por el amor tan infinito que me han transmitido, lo demás hoy sobra. La cultura en la que crecí, enmarcada en los valores católicos, no es nada diferente a la de cualquier mujer que crece en una pequeña ciudad, con marcos de referencia estrechos y poco abiertos a nuevas miradas y caminos, sin embargo, he amado el lugar donde he vivido, gente amorosa y cálida, la cual me ha permitido sentir el valor que tengo en ese micro mundo, ha sido muy rico en todo sentido.


Aquí quiero hablar de la energía sexual únicamente. Mi condición de mujer en una sociedad pequeña, influenciada por el patriarcado y por la religión fue labrando la mirada hacia la sexualidad y su vivencia de determinada forma, llena de sombras, prohibiciones y advertencias. Sí, todo fue una advertencia, pero la advertencia mayor era a sentir placer. No culpo a nadie, fue un sistema que me constituyo y que de alguna forma constituí en un entramado de inconsciencia que poco a poco se fue despertando en mi vida.


Las niñas no podíamos tocarnos, no podíamos explorar las zonas genitales, no podíamos mirarnos, no podíamos sentir placer. Las niñas no hablábamos de eso y lo que fuera relacionado con ese instinto placentero era enviado a las celdas de lo prohibido. Yo era de esas niñas que sentía y vibraba y mucho. Apagar el fuego interior, el que trae ese placer de auto descubrirse fue lo primero que aprendí a hacer. Dejar Ser la mujer seductora, sexy, erótica, atrevida, nunca fue posible en esta historia, se tuvo que esconder bajo el miedo de ser castigada por una sociedad que otorgaba juicios a quienes iban un poco más allá con su vibración de la llamada energía sexual. Eso lo supe hacer muy bien.


Mi primera relación sexual con un hombre fue un abuso. Dolió, sangre, me desgarre. Pero lo que más me dolió fue el alma por haber permitido entrar a mi cuerpo en esas condiciones un acto al que le tenía miedo y para el cual no estaba preparada. Esto casi me cuesta la vida, más adelante quise morirme por haberlo hecho. Me odié profundamente, sola en mi silencio, sin poder compartirle a nadie lo que me pasaba, pase noches enteras deseando la muerte.


Mi segunda relación, conectada a la primera, fue alguien a quien le permití un profundo maltrato a mí, a mi cuerpo, a mi vida. En esa edad donde todo florece, donde todo es primavera, yo ya estaba en el otoño, dejando caer capas de dolor en mi cuerpo. La vivencia de la sexualidad estaba siendo una vez más castigada. Me herí y me costó muchísimos años repararme, porque tenía laceraciones propias y ajenas que aun sangraban en absolutamente todo mi cuerpo y espíritu. El placer no era posible. Este hombre a quien ame profundamente, entró a mis heridas más profundas y hurgo en ellas. Muy prematura para entenderlas e integrarlas. Un juego perverso que permití y dolió como nada en la vida.


De ahí salí ya a la vida, más madura, pero destrozada en mi sexualidad, creyendo que no era posible sentir placer. Pasé por algunas relaciones, me sentí amada pero siempre cohibida en el ámbito de la vivencia de la intimidad. NO me permitía sentir, ni expresar, ni soltarme. Poco a poco con una relación y otra me fui sanando, curando con mis propios cantos, abriéndome con mis propias caricias, y amando mi cuerpo con mi propio amor y con personas que en mi camino me habían dado su voz, sabiduría, y experiencia para trascender el dolor de una vida sexual atropellada. Fui dejando poco a poco estas capas de dolor, las armaduras de protección y me fui abriendo hacia la fluidez del placer y el goce en la vida sexual –erótica, amada y amando, fluyendo.



II

Mi rayo de Luz- Kiran: la culpa


Cuando conocí a Kiran estaba lista, me abrí como todas las flores para él porque sentía que era el corazón más lindo que había conocido. No tuve ninguna barrera, lo que estaba en las celdas había salido de allí y esas celdas no existían, todo broto como manantial de placer y goce. Me abrí como las rosas, como los lotos, como los girasoles. Me abrí a la vida…. Porque en Kiran vi el amor.


Esta vez volví y me estrellé. Kiran, estaba confundido y no respondió. Eso me volvió a cerrar las puertas con candado sumándole a esto una enfermedad de transmisión sexual que adquirí con él. Yo jamás había sufrido de nada parecido. Nunca había llorado tanto en mi vida, cuando sola descubrí que me había transmitido esto. Sentí que era muy grave y que mi vida sexual se había muerto para siempre. Que Kiran era el único hombre con quien yo podía estar el resto de mi vida. Me dolió, me dio rabia, me sentí engañada, pero en su corazón había tanto por descubrir y se veía tan lindo que seguí adelante con él. Muy pronto, con bioenergética me curé, esa información ya no estaba en mi cuerpo y jamás volví a sufrir ninguna manifestación de la enfermedad hasta hoy.


Nos encontramos bonito, me gustaba mucho, era dulce, inteligente, amoroso y muy atractivo. Su familia me encantaba y dentro de todo encajaba perfecto con mi vida. Seguimos nuestra relación, fuimos de paseo, luna de miel, divina, pasamos muy rico. Nunca hasta hoy hemos dejado de hacerlo. Nuestra vida juntos ha sido todo un parche. Luego regresamos, a la vida cotidiana, quedamos embarazados y decidimos casarnos. Nuestra vida se volcó hacia recibir esta bebé de la cual nos enamoramos. Nuestra vida sexual no era la más activa en esos primeros meses, Kiran era tímido, reservado y poco creativo. Su inseguridad y mi cierre a la exploración nos hicieron una mala jugada.


Éramos un hombre y una mujer que hacían el amor sin sentirlo a fondo. Así lo vivencie. Pasaba, pero pasaba superficial, pasaba rápido, pasaba sin preámbulos, sin seducción sin erotismo. NO había juego, había una rutina desde el principio que no exploraba nuevos caminos. Nació la niña, luego el niño y mi energía se volcó hacia ellos. La de Kiran también, Cada vez quería menos vida en intimidad, cada vez disfrutaba más mi vida familiar. El placer lo desplazamos hacia los hijos y hacia construir familia. No sacábamos espacios solos para encontrarnos íntimamente, no jugábamos, no nos coqueteábamos, no nos seducíamos. Empezamos a jugar otros juegos con los que también fuimos muy felices. Y nuestra energía de familia se constituyó en lo más valioso que teníamos. Agradecía todos los días por ello, me sentía en una familia muy feliz.


Nunca miré otro hombre, nunca se me ocurrió abrir la puerta a otra relación, construía familia y me sentía la mujer más feliz del mundo. NO quería, ni necesitaba más. Era suficiente el amor de Kiran, el amor de mis hijos, de mis padres, amigos y la vida cotidiana que nos envolvía en gracia.


Nunca extrañé la sexualidad intensa, nunca extrañé orgasmos, ni juegos sexuales, no extrañaba el erotismo, ni la seducción. Vivía tranquila en ese refugio de familia llena de amor y de vida.


No sé en qué momento a Kiran le empezó a hacer falta más sexo, no sé en qué momento empecé a sentir que su cuerpo me invadía, no sé en qué momento empecé a sentir carga y culpa por no estar disponible para Kiran en sus deseos sexuales, lo que si se es que dejé llegar esto muy lejos. Establecimos juntos una dinámica que empezó a hacernos daño. El me busca, yo lo rechazo de diferentes maneras, él se voltea triste, yo me siento culpable, el me expresa su sensación de desamor. Noche tras noche, años en este bucle que lo único que hacía era envestirnos. Hoy miro atrás a estos episodios repetidos mil veces y siento profunda tristeza, por él, por mí, por nuestros hijos. Se nos fue apagando la velita del placer y el goce de una pareja. Seguía una llama encendida por el placer de una vida en familia juntos, de construir patrimonio, de construir valores, de fortalecernos espiritualmente. Una vida donde la plataforma más valiosa era el amor.


La culpa crecía, la desolación de Kiran crecía, su inseguridad crecía, los rechazos crecían, el placer dejaba de existir. Sexo de minuto y medio, sin preámbulos, con eyaculaciones rápidas y con orgasmos acelerados sin profundidad. Pero aun así Kiran y yo nos amábamos.


Empecé a sentir mucha presión de Kiran y de mí misma. Me hice daño y le hice daño. Reaccioné cuando me sentía invadida en mi intimidad por él, con frases duras, le hice más daño. También sus frases como “quédate quieta que no tienes que hacer nada”, me fueron perforando por dentro. Las veces que me toco sin yo querer, las veces que se me hacía encima sin mi permiso, las veces que me tocaba mis senos o piernas porque él era mi esposo, las veces que se entraba a mi ducha, al Vestier para mirarme, sin darse cuenta que mi cuerpo estaba cerrado, eso fue perforando mi alma como nada en la vida, sentía violentada mi intimidad, pero al mismo tiempo sentía que por ser mi esposo tenía derecho. En cierto punto sentí abuso, pero en otro sentía que era lo que debía pasar. Una encrucijada de energías confusas, de dolor y rabia, de culpa y deber. Una sensación de frustración por compensar tanto amor que nos teníamos y la manera tan hermosa como me cuidaba y era conmigo.


Yo también siento profundo dolor porque con mis reacciones le hice daño, lo asuste, lo desvalorice, lo castre. Pero siento que eran reacciones a algo que él hacía o decía, tal vez de forma natural, como lo hacen los hombres, pero en mi eran reacciones provenientes ya de un dolor y tal vez de mucha rabia. Yo no lo hería de la nada, ni porque si; eran reacciones a situaciones específicas en las que me sentí invadida en mi intimidad, sin embargo no justifico el haberlo herido.


III

Las soluciones sin solución


La vida seguía en felicidad y gratitud por nuestros hijos y hogar. Era hermoso, pasábamos muy felices, nos amábamos profundamente. Me sentía orgullosa de la familia que tenía y sentía que estaba casada con el mejor hombre del universo.


El vacío empezó a crecer en mí, la culpa o carga por no responder a Kiran como mujer y tal vez la frustración como mujer erótica estaba empezando a hacer ruido sin yo querer verlo.


Un día le propuse a Kiran que si él podía tener relaciones por fuera esporádicas, me permitiera a mí ensayar. Quería sentirme viva, quería saber si me había muerto sexualmente, si ya no sentía y si mi sexualidad era funcional. Si la situación vivida con él era con otros hombres y para vivirlo necesitaba su bendición.


Para este entonces ya había tenido terapias con diferentes médicos para que me devolvieran mi “libido” que no la encontraba por ninguna parte. Ya había tomado diferentes medicamentos, había estado en muchos procesos terapéuticos, había visitado varios ginecólogos, cinco médicos bioenergéticas me trataban, ya había hecho regresión, hipnosis, muchas constelaciones familiares, había incursionado en el mundo del Tantra y el Tao. Hice muchísimas, incontables sesiones de terapia psicocorporal para volver a sentir deseo y cada vez me alejaba más de él. Me formé en la escuela de psicomagia y durante los dos años lo único que hice fue tratar la energía sexual. De igual manera en mis grupos de constelaciones y de formación en la escuela de Coresoma, no hubo ninguna sesión diferente a la sesión de mi vida sexual. Años y años buscando esa dama, libidinosa, erótica, juguetona, gozosa sin poderla sacar de adentro de mí.


Kiran aceptó que ensayara con alguien esta intimidad y ensaye. Di con un hombre que, con sus palabras, y forma de tratarme propició un ambiente para que yo creara confianza. Me di cuenta que era funcional, que sentía, que el deseo estaba y que podía tener relaciones sexuales normales. Me di cuenta que el erotismo era en mí, la seducción y la vida, toda la vida dentro de eso. Agradecí infinitamente la presencia de ese ser en mi camino, me rescató de la insensibilidad y ausencia de vitalidad sexual. Me di cuenta que mi cuerpo si funcionaba, que podía sentir y generar placer y aprendí a darle lugar de “templo” a mi cuerpo y de “ritual” a hacer el amor. Desde ahí, entre en una reconexión con la energía sexual y con el valor espiritual de ella.


La vida sexual con Kiran seguía de la misma forma. Yo sin deseo, ansiedad en él cuándo se me acercaba, rechazo de parte mía, él triste, yo con culpa, sensación de desamor…

El bucle seguía…


Y yo, seguía buscando ayuda por todas partes, más médicos, más terapias, más cirugías. Me había operado de los senos pensando en que esto aumentaba la libido mía al verme con unos senos más bonitos. Más adelante me operé el piso pélvico para sentir más. La cirugía más dolorosa que los partos. Me realicé procedimientos con un láser en dos oportunidades, tratamientos dolorosos para aumentar la sensibilidad genital. Pero además yo seguía haciendo procedimientos psicológicos con mucha angustia para poder satisfacer a Kiran.

Me involucré con otra persona y tuve una terapia con LSD muy sanadora, pero no fue más que eso. Y en algún momento había conocido a alguien también, pero Kiran se dio cuenta y reaccionó con mucha angustia, eso me genero a mí ansiedad profunda de seguir explorando otras relaciones. Lo hice, pero poco y sin permitirme vivirlo en placer, porque no sentía a Kiran aprobando esto y tenía miedo de sus reacciones y sus celos, lo cual hizo que esas vivencias con otras personas fueran muy difíciles para mí, evité muchas, los hombres empezaron a buscarme, me sentía divina, pero yo no accedía a ningún encuentro por angustia de la reacción de Kiran: había inhibido una vez más esta exploración de mi intimidad. No del todo, eventualmente salí y tuve uno que otro encuentro, pero llenos de carga por estar haciendo algo clandestino y no abierto al amor de Kiran.


Mi culpa, responsabilidad fue creciendo haciéndome mucho daño. Me empecé a martirizar con la situación hasta el punto de considerar que muerta era más fácil para Kiran vivir la vida. NO me iba a hacer daño, pero la muerte empezó a aparecer otra vez como opción. Estuve muy triste por no poder darle a Kiran lo que quería. Me enfermé en algún momento, me diagnosticaron fibromialgia, sentía que no podía con la vida. El me reclamaba y yo no estaba ahí para él. Se sentía poco amado y por más que se lo dijera él, por más que yo estaba ahí en él y con él, no lo sentía, ni lo veía.


Eso me ahogó, me frustró, me desesperó. Copie en mí la historia de su papá y su mamá que con frecuencia me contaba, me tatué innumerables veces que se volteó en la cama con el dolor del rechazo, me angustié con esto en una dimensión infinitamente dolorosa. Me cobije noche tras noche con la tristeza de no poder satisfacer a Kiran. Tenía miedo mucho miedo de que a Kiran le pasara algo por estar triste. Seguía en médicos y en mi búsqueda de soluciones. Nunca hasta hoy he parado. Me empecé a sentir ahogada con esta situación, llena de tristeza y responsabilidad. Kiran me parecía el hombre que se merecía todo de mí y yo le fallaba. Amaba mi familia y el modo de vida que estábamos llevando. Kiran y yo éramos muy contentos juntos. Pero por dentro yo llevaba esta angustia que no se me quitaba.


Me sentía muy presionada, ahogada por la sensación de desamor de Kiran, y culpable de todo eso. Sentía que nada de lo que hacía había funcionado. Nuestras relaciones sexuales eran un coito corto, con un placer superficial desde mi vivencia. Cada vez quería menos que Kiran me buscara y cada vez me sentía más responsable por eso. Lo último que hice fue empezar un tratamiento con testosterona que me aumentaba el deseo sexual, pero eso tampoco funcionó con Kiran.


Conocí a alguien, antes de vincularme con esa persona hablé con Kiran, le pedí que me dejara experimentar una relación menos esporádica, más constante para saber qué era lo que me pasaba. Kiran aprobó, me dijo que si, que lo viviera. No pusimos condiciones, ni hablamos más hondo sobre esto. Caminé el camino, muy sutilmente y con cuidado. Me permití sentir, y me entregué a la vivencia porque lo necesitaba. Deseaba sentir, sentir profundamente. Y eso fue lo que paso. Sentí que Kiran estaba consciente de lo que hacíamos y con madurez lo iba a asumir. Me involucré con esa persona, siento que Kiran se asustó y todo cambio. Lo entiendo totalmente. Sin embargo, me sentí traicionada por él, profundamente traicionada, porque su asentir esta situación, no era real.


Hizo cosas que me dolieron, invadió mi intimidad, traspasó derechos que no tenía, me sentí vigilada y perseguida. Sentí por momentos miedo. Cuando se fue de la casa sentí que en cierto punto era una traición. Tal vez esto no hubiera sido necesario. Sentí un egoísmo de Kiran infinito pues yo lo que más quería era que el también experimentara eso que conmigo no había sido posible. Sentí oscuro, me llené de angustia y de tristeza porque veía a Kiran sufrir, tal vez uno de los años más duros de mi vida fue este último. Por un lado, una vivencia hermosa, de ritual, de divinidad, de expansión en el placer y de amor por mí y por la vida que merecía experimentar; por otro, más culpa, responsabilidad, miedo, dolor por el dolor de mis hijos y muchísima confusión. Me adentré en un laberinto del que no he sabido salir. Me siento atrapada por mí y mis cargas, me siento atrapada por Kiran y su amor, me siento atrapada por mis miedos, culpas, responsabilidades y el “deber Ser”.


IV

La expectativa al silencio


Estoy en este lugar porque hui a un refugio de silencio. Porque en la soledad y no presencia de Kiran puedo respirar y saber cuál es ese mejor camino para todos y el mejor y que haga más sentido para mí. Me dolió dejar a mi hijo en mi casa, me dolió dejar a mis papás, pero me necesito para darme claridad, para liberarme de sentires que no me pertenecen, para poder saber cuál es el camino que quiero elegir sin sentirme culpable por primera vez en mi vida. Amo a Kiran como ser humano, amo su esencia, amo lo que he caminado con él, amo su alegría, su forma de ser, su bondad, su grandeza en su alma. Amo todo lo que construimos juntos. No quiero seguir sintiendo que un ser tan hermoso no pueda ser visto completo con toda su energía sexual en él.


Kiran no se merece sino amor, amor total. Kiran es uno de los seres más divinos que conozco, y en esa divinidad solo quiero lo más hermoso para él. Por eso mi lejanía, siento que el soltar, es un acto de profundo amor también. Él es grande, muy grande, no puedo ser yo quien opaque su belleza. Quiero verlo libre, amando y amándose, amando su sexualidad, quiero verlo en su erotismo, en su expresión fuerte de su sagrado masculino. Quiero verlo viviendo el placer en su máximo esplendor.


Y ese esplendor no es ahora conmigo…


No sé qué siga… tal vez una terapia más. Confío en que la vida nos pone el tapiz por el que hay que caminar para abrazar lo que va sucediendo. Estoy dispuesta y con coraje de ver y sentir más allá, de hablar mi verdad, de asumirla y de hacer todo lo que sigue con el amor más grande que siento por Kiran. Él y yo somos amor y en ese amor vamos a caminar juntos o separados. Como sea por ese bien mayor en los dos. Por nuestro espíritu. Una separación puede ser temporal, puede ser definitiva, una reconciliación puede ser para siempre, independiente del camino que se elija. Hoy elijo amar profundamente a Kiran y su espíritu, más allá de lo que decidamos en nuestra vida.


Saranaji

Escritora invitada

Valeria cuadrado.jpg

Hola, ¡gracias por leerme!

Si deseas conversar conmigo o sugerir más temas para el blog, escríbeme en mi cuenta de Instagram

Recibe todas
las entradas.

¡Gracias por tu mensaje!

  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
  • Spotify
  • Spotify
bottom of page